El maestro Néstor Talero Jiménez, nació en la ciudad de Zipaquirá el 24 de diciembre de 1921. Desde los ocho años tomó afición por la música, inclinándose especialmente por el violín, en cuyo aprendizaje fue autodidacta. También incursionó en la ejecución del tiple, guitarra, bandola y requinto orientado por los maestros Guillermo Quevedo Zornoza y Fulgencio García (quien vivió en su casa paterna). Se perfeccionó al lado de los compositores Emilio Sierra, Luis Dueñas Perilla y José A Morales, quienes fueron sus amigos personales.
De su padre, Enrique Talero, gran interprete del requinto, heredó dicha afición. A la edad de los 18 años con gran inspiración incursionó en el delicado arte de la composición en el género del folclor de nuestra música del interior con pasillos, bambucos, danzas, rumbas, como también valses, boleros, tangos, pasodobles, porros, pasajes, paseos y gavottas.
Hacia el año de 1952 a raíz de unos carnavales del Festival de la Sal, fundó la agrupación musical «Alma Zipaquireña«, integrada de la siguiente forma:
En las Bandolas:
Hernando Castañeda, Alfonso Ulloa y José Cancino.
En los tiples:
Rafael Baracaldo, Alberto Garzón, Luis E. Guzmán, Abraham Clavijo y Luis Carlos Díaz, quien fuera el intérprete vocal del grupo.
En las guitarras:
Alfredo Rivera, Alfonso Pinzón y su hermano Jorge Talero Jiménez.
Desde 1963 por nombramiento de la Gobernación de Cundinamarca se desempeñó como profesor de instrumentos de cuerda en la Casa de la Cultura «Arturo Wagner» con un método práctico de aprendizaje de tiple, guitarra y violín de su autoría. Fue igualmente profesor de música en varios planteles educativos de la ciudad, y director desde 1978 de la Orquesta «Guillermo Quevedo Z».
De su honda sensibilidad musical y calidad humana emergieron sus dotes poéticos dedicándolas a su tierra natal como el pasodoble titulado «Zipaquirá«, el bambuco «Salinero» y el conocido bambuco «Muchacha Zipaquireña» y a todos los miembros de su familia cómo a su esposa Rosa Adela Castañeda con la danza «A la esposa» y a su hija menor María del Pilar con el bolero «Nena«. Este último fue grabado en un disco que la Flota Mercante Grancolombiana editó como obsequio a los países donde tenía conexiones.
Con gran espíritu de amistad dedicó composiciones a sus amigos, con los pasillos «Picardías» y «Don Túmbilo» y los bambucos «Mi amigo Ernesto«, «Club Zipa» y «A Luis G» dedicado a Luis Nieto.
Como una pequeña reseña de su extenso repertorio, ya que el maestro Talero Jiménez dejó un legado con más de tres centenares composiciones, entre las que podemos destacar:
Los valses: Para ti no más, Meditación, Recuerdos del Pasado; el Pasillo lento que lleva por título: Donde aquel, y el bambuco, Muchachita Pobre.
Enseñó a sus hijos Néstor Jairo, Carmen Rosa (QEPD), Jorge Alberto, Carlos Hernán, Libia Aurora, Eduardo Alfonso (QEPD) y María del Pilar a interpretar su propia música zipaquireña, quienes llevándola en sus venas la asimilaron fácilmente.
En su carrera artística recibió en varias ocasiones distinciones y reconocimientos por parte de diferentes asociaciones y del Concejo Municipal de Zipaquirá.
Citamos entre otros los siguientes:
El poeta zipaquireño Alberto Villamil Rendon, incluyó en su libro de poesías titulado “Odres”, sus palabras dirigidas a Talero Jiménez, de las cuales se extractan de manera ejemplar las siguientes: “Nada más grato para un pueblo que congregarse a orillas del afecto y rendirle tributo a quien con un único acorde, logra hacerlo canción convertirlo en poema o transformarlo en sueño. Cuando esta trilogía de voces inefables conjuntamente, se dan en una criatura, no nace un simple mortal, sino un Artista… un ser que está predestinado a no morir aun cuando muera…».
Su fallecimiento acaeció el 1 de mayo de 1995, dejando un hondo vacío en la cultura de la ‘Ciudad de la Sal’, en el corazón de su familia y de todos quienes tuvieron la suerte de contarse entre sus innumerables amigos y de quienes disfrutaron con su música, sus versos, anécdotas de fino humor y su chispa muy zipaquireña.
El Club Kiwanis de Zipaquirá, el 20 de Julio de 1995, le rindió un homenaje con un concierto en el que el Conjunto Alma Zipaquireña, entre otros, interpretó varias de sus composiciones.
El entonces Instituto de Cultura y Turismo de Zipaquirá por medio de su Resolución Administrativa 017 de mayo 3 de 1995, exaltó la memoria de este ilustre artista.
La Asamblea de Cundinamarca en su Proposición 01/95 invitó a la Secretaría de Cultura para que a su cargo se editen las obras de las que fue autor el maestro Néstor Talero Jiménez, baluarte del folclor y la cultura de Zipaquirá.
Hoy se recuerda al maestro con mucho cariño y nostalgia, pero también con el agradecimiento por haber dejado un legado musical único, fabuloso y de alta inspiración, a lo cual estamos llamados a preservar y publicar como regalo especial de la cultura salinera de Zipaquirá para el mundo entero.
El maestro dejó un legado con más de tres centenares composiciones de profunda inspiración.
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